Filipinas: un mundo inacabado

Las cosas aquí en Filipinas son muy lentas. El pasado 1 de junio salimos del cierre total y entramos en la fase de «cuarentena general», algunos movimientos están permitidos pero sólo dentro del propio municipios o áreas restringidas, hay más tiendas y oficinas abiertas, pero escaso transporte y por lo tanto la gente no puede llegar al trabajo. La interrupción del trabajo sigue generando gran dificultad junto con la pobreza de los centros de atención de la salud.

Hemos alcanzado más de 20.000 personas contagiadas y 987 muertes. No se trata de grandes cantidades, pero el gobierno todavía no está abriendo las fronteras regionales porque sabe que no puede contar con instalaciones adecuadas para la atención de la salud. De hecho, se han tomado muy pocos tampones y sólo en personas con síntomas o que han estado expuestas a otras personas infectadas, pero como no tenemos gran disponibilidad de tampones, seguimos aplicando la restricción de no movernos a menos que sea estrictamente necesario.

No es fácil seguir en casa sabiendo que no tienes suficiente para mantener a tu familia, la gente tiene hambre y la ayuda que llega es insuficiente. Durante otros desastres había más libertad para moverse y por lo tanto para llegar a las zonas afectadas y llevar ayuda, pero el coronavirus no lo permite, por lo que muchas zonas permanecen marginadas. Nosotros aquí en Quezon City pudimos ayudar preparando verduras y frutas recibidas de los mercados generales porque estaban dañadas, pero siempre hay mucho que recuperar y pudimos preparar paquetes que luego dejamos frente a las casas de nuestro vecindario.

Adoptamos un grupo de 15 albañiles de la isla de Masbate que no pudieron salir debido al encierro. Se quedaron sin ayuda y por eso también compartimos con ellos lo que la Providencia nos ofreció. Verdaderamente el Señor halla el modo de venir a nuestro encuentro.  En Mindoro las hermanas plantaron vegetales y gracias a la lombricultura obtuvieron abundantes cosechas que compartieron con sus vecinos.

Realmente experimentas el valor de las pequeñas cosas en estos momentos… ¿quién hubiera pensado que nos encontraríamos limpiando vegetales y haciendo mermeladas? Mientras teníamos harina hornebamos pan inventando nuevas recetas incluso con fruta. Todo es un regalo e incluso los vendedores de frutas y verduras que han tenido serias pérdidas económicas en este tiempo, dijeron que estaban felices de saber que incluso los residuos pueden reutilizarse y ayudar a superar el hambre.

La escuela está parada, el Presidente Duterte está dando comunicaciones contradictorias sobre cómo y cuándo se reabrirán las escuelas. Las cantinas se suspendieron a finales de marzo hasta que se distribuyeran las reservas de arroz a las familias de los niños. Donde era posible enviamos sacos de arroz a las aldeas, pero no fue fácil por los controles.

Esperamos que todo siga avanzando cada vez mejor y que la experiencia que tuvimos nos ayude a ser más conscientes y responsables de los dones que a menudo damos por sentado, como el don de la vida, la fe, las relaciones, la creación, el trabajo, la salud… incluso en esta experiencia hubo tanta solidaridad, participación en el sufrimiento y el malestar, que todos nos sentimos más humanos.

Suor Rosanna Favero, referente en loco

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